Un viaje en avión con muy poco pudor.

En este artículo, Juan Antonio Ponce Carrión nos cuenta cómo una mujer le confió toda su vida y sus problemas en un viaje en avión, sin conocerlo ni saber si era confiable. A través de esta historia, el autor nos muestra cómo podemos poner en riesgo nuestra seguridad y nuestra dignidad al revelar nuestra intimidad y nuestra identidad ante los desconocidos. Nos invita a reflexionar sobre el valor del pudor como el cuidado de lo propio y lo personal.

HumanizArte 26 de marzo de 2021 Juan Antonio Ponce Carrión
Esta es la Historia De...-min

Lo recuerdo muy bien, era un vuelo Bajío-Mty-Piedras Negras, al día siguiente daría la conferencia inaugural en un congreso para jóvenes. Abordé el vuelo, me acomodé en mi asiento y comencé la lectura de un libro que frecuentemente vuelvo a leer y atesoro en mi memoria "El hombre espíritu encarnado", autor Ramón Lucas Lucas profesor mío en la universidad (Recomiendo ampliamente su lectura) sobre antropología filosófica.

Fui de los primeros en abordar y después de algunos minutos, llegó mi vecina de asiento, una mujer alta, de pelo negro, 45 años por lo mucho, de maneras educadas y mirada triste; era elegante y bonita, pero triste sin duda; absorta en algo que le ocupaba el pensar y el sentir, era muy notorio –por mi vocación de terapeuta he desarrollado una deformación profesional que me permite conocer y diagnosticar ciertos estados de ánimo en las personas con un vistazo –Distingo… conocer no es comprender- me saludó, correspondí el saludo y continúe mi lectura, el avión y pocos minutos después , se acercó el sobrecargo, aún recuerdo su nombre, más por la gentileza del trato que por el nombre, Víctor se llama y se  notaba que su vocación era el servicio independientemente del oficio que desempeñaba -pero eso lo contaré en otra "Historia de"- me ofreció de beber  –Un buen trago y un buen libro son excelentes compañeros  de vuelo- después de dar el primer sorbo a mi whisky sentí la mirada de mi vecina de vuelo.

Era una mirada interesada en el libro y en quien lo leía, más por el tema del libro que por el lector, fueron aproximadamente 30 minutos de sentir esa mirada y de buscar concentrarme en el libro y no en la mirada constante, en el momento que nos ofrecieron nuevamente algo de beber ella aceptó un vaso de agua y por ser su asiento de ventanilla yo se lo pasé, ella aprovechó la oportunidad, me agradeció y al tiempo comentó, no pude evitar observar que lees con mucho interés y tomas notas…

¿De qué trata el libro? –No puedo negar que en ocasiones no soy el más social ni el mejor compañero de vuelo- Contesté; es un libro de antropología, un libro que trata y explica cómo somos las personas humanas y por qué somos como somos, por qué sentimos lo que sentimos y cómo es que hacemos lo que hacemos. Ella preguntó ¿Y para qué sirve eso?, a lo cual respondí: para conocer a profundidad al ser humano…

La conversación derivó en mi vocación y trabajo, le expliqué un poco en qué trabajaba, desde las consultas cognitivo conductual hasta las conferencias y las consultorías a empresas e instituciones. Y dijo… eres algo así como un coach - Con todo respeto para quienes lo son, en verdad di un respingo porque sí merecía una corrección a quien te lo dice y una distinción de profesión y oficio. Para no caer en abaratamientos- Yo respondí que no, que era alguien que cuyo trabajo buscaba ayudar a las personas a conocerse aceptarse y superarse con una base de conocimiento fundamentada en la estructura de la persona y  terminó con un “¡Qué interesante!" o al menos eso pareció. Regresé a mi libro y escasos 10 minutos después, volteó y comentó ¿Sabes? En verdad se me hace muy interesante lo que haces y me diste mucha confianza -Esas palabras en mi trabajo y vocación generalmente van acompañadas de una historia

- A continuación narro la situación que estaba viviendo y que explicaba el por qué de su mirada y su tristeza.

Una historia que rayaba en la tragedia y en la desesperación. Lo que me contó lo reservo por secreto profesional y porque a final de cuentas mi padre, mi Roberto y mi abuelo educaron un caballero, pero lo importante no fue eso… fue lo que le siguió, le di algunos consejos, le expliqué que su conciencia y memoria estaban afectadas por lo vivido y permitido. Ella lloró, se desahogó y  se comprometió consigo misma a hacer algo al respecto. Yo me sentí satisfecho de haber podido ayudar.

Aterrizamos en Mty y me dirigí a mi conexión de vuelo para llegar a Piedras Negras.

Abordado el nuevo vuelo cuál  sería mi sorpresa al encontrarla de nuevo como compañera de vuelo y asiento (Lo que son las cosas) sonreímos, comentamos que casualidad, que pequeño es el mundo y yo retome mi lectura. 5 minutos después giró hacia mí y dijo… Aparte de todo ¿Qué piensas de lo que te conté? ¿Qué opinas de mí?  A lo que directa y sinceramente respondí… Creo que tienes un serio problema de pudor, ella se miró a si misma desconcertada revisando su forma de vestir, y evaluando la forma en la que se había comportado, se le subieron los colores al rostro, se sentía profundamente apenada.

Fue cuando le pregunte ¿Conoces el significado de la palabra pudor?... Pudor es el cuidado de lo propio, de la intimidad, de la identidad y tú me acabas de revelar tu vida, tus problemas, de quién eres y de tu persona por el simple hecho de verme leer un libro porque te dije que me dedico a dar consultas, cursos y conferencias, porque me ves de traje y aparento ser alguien confiable ¿Qué tal que no es verdad?

Ahora yo sé tu nombre y apellidos, el nombre y apellidos de tu esposo, mamá, papá e hijos, se dónde vives, a que se dedica tu esposo,  se cómo se llama la señora que ayuda en las labores de tu casa, como se llama el chofer de tu familia, se datos de tu casa y de la oficina que tu esposo tiene en ella, se de papeles importantes que guarda en su escritorio, sé que tiene pinturas valiosas porque es su afición y también armas de caza porque es su deporte; sé que mañana tú, tu esposo y tus hijos tomaran un vuelo a Los Ángeles y estarán allá por 5 días.

Perfectamente podría ir a tu casa mañana a la hora en que estarán volando y no tendrán señal de teléfono ni forma de ser contactados y decirle a la señora Conchita (Digámosle así) vengo de parte de la señora que me pidió pasar por unos documentos del señor Ángel (sig) que olvidó en su oficina, y por una maleta de tu hija Susana (Sig) que olvidó antes de salir hacia Los Ángeles, preguntarle ¿Cómo va Jorge (Sig) tu hijo menor –Su consentido- con las alergias que le afectan tanto en esta época? y ella por esto y por mi aplomo al decirlo me dejaría entrar a tu casa, a tu privacidad, a la intimidad de tu hogar; a mí, a un desconocido que lee libros de antropología en aviones, que sabe detectar la tristeza en las personas para aprovecharse de ellas, para generar confianza y robar casas o peor aún para preparar un secuestro bien elaborado. Sus ojos ya no eran tristes, ahora su mirada era de alarma y confusión, no daba crédito a que yo recordara tan bien los detalles y de lo que me había entregado en una charla en busca de consuelo y orientación.

Tranquila le dije, sí soy la persona que dije ser, sí trabajo en lo que te comenté y afortunadamente todo lo que me dijiste es parte del secreto profesional de mi vocación. Pero te repito, aparte de los problemas que me acabas de contar tienes uno serio y principal, es la falta de pudor  el cual es en gran parte  la causa y motivo de todos los demás.

¡¡¡REMA CARAJO... REMA!! Ahora más que nunca; REMA Rema cuando haga frío.. Rema cuando haga calor.. Rema bajo la...

Publicado por Di BASTA Toma las riendas de tu vida en Jueves, 25 de marzo de 2021

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