¿Es posible contruir la paz?

Todos somos testigos de las diferentes crisis que vivimos como sociedad en prácticamente cualquier parte del mundo pero si la crisis se encuentra en todos las esferas hay algún espacio donde incidir?, hay algún espacio donde se aprenda esa humanidad que parece faltarnos?, hay algún espacio donde prevenir el surgimiento de estas crisis?

La respuesta quizás podría no ser obvia pero sí es clara, la familia.

El papa Benedicto XVI en su mensaje para la celebración de la Jornada Mundial de la Paz del 1 de enero de 2008, retomado el magisterio nos dice que “La familia natural, en cuanto comunión íntima de vida y amor, fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, es <<el lugar primario de ‘humanización’ de la persona y de la sociedad>>, la <<cuna de la vida y del amor>>.”

En esta breve cita es posible observar que donde nos “humanizamos” es en el seno familiar y en sentido contrario dónde también encontramos carencias frente a esa “humanización” en ahí mismo.

Su Santidad Benedicto añade también que “Con razón, pues se ha calificado a la familia como la primera sociedad natural, <<una institución divina , fundamento de la vida de las personas y prototipo de toda organización social>>”.

Es importante destacar que si la familia es “prototipo de toda organización social” encontramos en ella los elementos propios de la sociedad como la autoridad, el respeto o el amor.

En este sentido en el mensaje también se añade que “en una vida familiar <<sana>> se experimentan algunos elementos esenciales de la paz… Por eso la familia es la primera e insustituible educadora de la paz.”

La familia nos “humaniza”, nos educa para la paz si nos empeñamos en que nuestra convivencia sea sana y llena de amor pero es evidente que la familia sufre presiones y muchas veces no logra la formación adecuada de sus miembros, incluidos los esposos que están llamados a ser mejores y a hacer mejor al cónyuge además de ser buenos padres.

“Por tanto, quien obstaculiza la institución familiar, aunque sea inconscientemente, hace que la paz de toda la comunidad, nacional e internacional, sea frágil, por que debilita lo que, de hecho, es la principal <<agencia>> de paz” nos dice SS. Benedicto XVI.

Por la tanto todos aunque seamos el más humilde de los ciudadanos podemos incidir en la construcción de la paz por medio de nuestra familia y ser un germen de esa paz futura.

Sin embargo también hemos de tomar en cuenta que el camino de la familia no sólo es futuro también es presente y actual ya que aunque hayan existido carencias en nuestra familia los seres humanos no estamos sujetos a un determinismo podemos poner en acción nuestra inteligencia y nuestra voluntad (a través de la terapia, la dirección espiritual, los sacramentos, entre otros) para reparar aquello que no se formó adecuadamente y en su caso obrar un cambio en la familia que he formado para rehacer un camino fuerte y llano para mí cónyuge e hijos además en el viaje de dirigirnos al bien sin importar de donde partamos Dios siempre nos apoya.

¡Ya es tiempo! De hacer el bien y reconciliarnos con nosotros mismos y con los demás