Pensar la amistad hoy

La amistad afortunadamente se vive y hace un gran bien en este mundo sin embargo por su propia importancia es necesario de cuando en cuando hacer alguna reflexión de ésta, por ejemplo cuándo se está frente a una verdadera amistad?, qué se puede pedir a un amigo? o cuáles son los peligro que corre una amistad auténtica?

Hace más de 2000 años, el filósofo y orador latino Marco Tulio Cicerón, quien vivió y murió antes de Cristo, discurría sobre el tema y aún hoy, gracias a su texto De la amistad, ofrece sus reflexiones a los hombres del siglo XXI. 

El gran orador decía que “No es otra cosa la amistad que un sumo consentimiento en las cosas divinas y humanas con amor y benevolencia; don tan grande, que no sé si han concedido los dioses (excepto la sabiduría) otro mayor a los mortales.” (Cicerón. De la amistad en Los oficios o los deberes, De la vejez, De la amistad. Pág. 128.) Y añadía que “Ésta hace más abundantes las prosperidades, y las adversidades, partiéndolas y comunicándolas, más llevaderas.” (Ídem.)

Cicerón mencionaba que la amistad genera grandes ventajas ya que fortalece a los débiles y genera esperanzas sin dejarlas morir, en cambio “… si se destierra del mundo la unión de la benevolencia ninguna casa, ninguna ciudad subsistirá, ni aún el cultivo de los campos podrá permanecer.” (Idem. Pág. 129.)

Por otro lado ante la pregunta de su tiempo sobre el origen de la amistad Cicerón pensaba que ésta provenía de la naturaleza y no de la necesidad ya que en la amistad todo es sincero y sin fingimiento, todo era voluntario siendo diferente  a que fuera con la intención de obtener algo del amigo, incluso va más allá al señalar que los amigos al buscar servir al otro entran en una cierta competencia de la cual sí obtienen algún beneficio, pero en el entendido que nunca es con la búsqueda de ese fin.

También propone que la amistad nace ante el hecho de que las personas tengan costumbres similares “Porque no hay nada más dulce que la benevolencia recíproca y la mutua alternación de oficios y de afectos. A lo cual añadimos como se puede muy bien añadir, que ninguna cosa hay que convide a sí, atraiga a otro, que la semejanza a la amistad, se concederá ser correspondiente que los buenos amen a los buenos, y se los apropien a sí como unidos por parentesco y naturaleza” y advierte que “los que proponen sólo el interés en las amistades, quitan de ella su más amable vínculo.”(Ídem. Pag. 135.)

Un señalamiento muy importante que hace el autor es que es la “virtud la que concilia las amistades” (Ídem. Pág. 132)  y por lo tanto si la relación se aleja de ella, amistad tampoco podrá sobrevivir. De esta forma subraya que el amigo no puede pedir su contraparte hacer algo malo, ni llevar a cabo cosas malas aunque se pidan en nombre de la amistad y más aún si son contrarias a la patria, que Cicerón menciona como la República.

Al analizar algunas ideas sobre la amistad Cicerón destaca que una vida privada de amistades no puede ser feliz y por otro lado señala que hay que escoger bien a las amistades. Indica también que se puede ser condescendiente hasta cierto punto y de que no se debe alejar a los amigos de muchos años por los nuevos porque aunque sean muy valiosos, la amistad de los viejos amigos está probada. 

El orador latino destaca que “lo que es un punto más principal de la amistad es que iguala al superior con el inferior” (ídem. Pág. 139)  y aconseja que “si han conseguido alguna ventaja de virtud, de ingenio o de hacienda, la partan y comuniquen con sus amigos.” (ídem.)

Cicerón tenía bien entendido que la virtud debe de buscarse siempre ya que de lo contrario nada bueno se puede lograr y también que había situaciones en las que era menester terminar con una amistad pero que se debían “ir dejando poco a poco” (ídem. Pág. 140).

El autor señala que existen diferentes riesgos en la amistad como por ejemplo que los amigos pretendan lo mismo o que haya un cambio de fortuna en alguno de los dos pero indica como lo más funesto para la amistad a la adulación. 

“Pero se puede separar y conocer el lisonjero amigo del verdadero, poniendo cuidado, como se distinguen las demás cosas vanas y disimuladas de las sinceras y verdaderas. Aún el pueblo, que se compone de tantos ignorantes, no obstante suele conocer la diferencia que hay entre un ciudadano popular o adulador y uno constante, severo y grave.” (Ídem. Pág. 144.)

No obstante nuestro filósofo remarca que la adulación solo puede daño a quien la escucha y se ama demasiado, por tanto la amistad real busca incluso, cuando es necesario, corregir al amigo.

Finalmente terminamos este escrito con el planteamiento inicial de Cicerón, “Más en primer lugar soy de parecer que no puede haber amistad sino entre hombres de bien”, a lo largo de su texto señala que no puede haber amistad entre los malos y los buenos porque sus costumbres son muy diferentes y éste sostiene que son las costumbres similares de la que nace la amistad, también indica que la persona debe ser buena y buscar amigos como él.

En una nota personal quizás no se debe desdeñar que una persona muy buena sea amigo de otros no tan buenos para ayudarles a ser mejores…

No cabe duda que la amistad desinteresada y sincera es un gran regalo de Dios a los hombres que los acerca a Él ya que como dice la Sagrada Escritura “Un amigo fiel es un refugio seguro; el que lo halla ha encontrado un tesoro. ¿Qué no daría uno por un amigo fiel? ¡No tiene precio!” (Eclesiástico 6, 14.)

Fuentes:

Marco Tulio Cicerón. Los oficios o los deberes. De la vejez. De la amistad. Prólogo Joaquín Antonio Peñalosa. Editorial Porrúa. Colección “Sepan Cuantos” Número 230. México. 1993.

Cita de Sirácide o Eclesiástico 6, 14. Biblia Católica. https://www.bibliacatolica.com.br/biblia-latinoamericana/siracides-eclesiastico/6/