Valor actual: cómo valorar desde el principio

“¿Tienes el valor o ‘te vale’?”, la semana pasada en la inauguración de este espacio hablábamos del problema que supone la dificultad para valorar las cosas que solemos tener y cuya raíz se origina desde nuestra capacidad y conocimiento limitado para definir las cosas, incluido el valor como tal.

Así pues, una definición que la RAE nos ofrece es que se trata del grado de utilidad o aptitud de las cosas para satisfacer las necesidades o proporcionar bienestar o deleite, en términos económicos es más o menos aceptable esta acepción.

Sin embargo, aun delimitando la cuestión al terreno de la economía, es evidente que no sólo se queda corta frente al desarrollo científico y académico del concepto, sino que también estamos trabajando la praxis como si de un bonsái se tratase, queriendo adecuar un gran árbol de su espacio pleno y frondoso hacia una pequeña bandeja que puede caer y resquebrajarse dejando nuestro árbol indefenso y en riesgo de morir.

Sobre la praxis económica es preciso enfriar la cabeza frente a cada una de las propuestas que cada ideología supone para ligarlas con lo que cada una abarca, y así podemos llegar mediante la observación a identificar cómo el desarrollo del pensamiento económico que hasta ahora forma parte del acervo disponible responde a las cosas, el dinero, la información, el conocimiento, el pensamiento individual y colectivo, pero no estamos plenamente seguros si responde al ser…

“¿Ser o no ser?”…, así nos legó Shakespeare en Hamlet una pregunta básica sobre la existencia, pregunta que una vez en mi preadolescencia usó un primo para ponerme a prueba en plan de broma, y sabiamente le contesté: “¿ser o no ser, qué?” –y podría añadir después la continuación de la premisa de Shakespeare: “esa es la cuestión” –, años más tarde fue de lo más divertido abordar esa misma cuestión en algunas fiestas universitarias cuando el humor nos hacía recordar los largos debates de las aulas y su chusca conclusión y convergencia al final: “es que todo se reduce al ser”, y al que lo decía primero le seguían algunas carcajadas.

No obstante es una cuestión que trasciende la guasa y la convivencia de aquellos momentos, no se puede pasar por alto que nuestra forma de pensar define nuestro comportamiento y esto para bien o para mal tiene sus consecuencias, es por eso que difícilmente podemos dimensionar las cuestiones sociales, económicas y políticas sin recurrir a la filosofía antes, durante y después de someterlas a un proceso de valoración.

En términos económicos, específica y concretamente financieros, el valor actual es el monto de dinero que tenemos en este preciso momento, y para hacerlo de manera completa y clara tenemos que tener algo claro: no se trata solamente de decir “actualmente tengo 50”, sino que se tiene que especificar, ¿50 pesos mexicanos, dólares americanos o euros?; ¿50 pesos, dólares o euros: ganados, ahorrados, para invertir, para gastar o incluso los debo?; de ahí la importancia no solamente de cuantificar las cosas sino de preguntarnos de forma concisa y a conciencia qué, cómo y para qué.

Ahora bien, que no se nos olvide que el ser en términos filosóficos abarca muchas cosas y que para efectos prácticos de momento podemos delimitarlo hacia la esfera humana, problema esencial según Silva Herzog y elemento básico de la economía y la política desarrollado por Ludwig von Mises y la escuela austriaca de economía, mismo que han conceptualizado y desarrollado hasta la fecha como la acción humana.

De este modo, para un aprendizaje económico y político exitoso por parte de cualquier persona, no se nos olviden junto a las tres preguntas anteriores una más que viene de esta última reflexión: el quién y/o quiénes, con ello ya podremos comprender cabalmente eventos como el pasado cierre de la Bolsa Mexicana de Valores sin reanudar operaciones, o el valor histórico de nuestra civilización a partir de su historia y eventos que la marcaron como el descubrimiento oficial de América por parte de europeos acontecido un día como hoy pero de 1492.