Mi secuestro: tiempo de soledad y productividad.

¿Cómo resistir nueve meses en un zulo sin contacto con nadie? ¿Cómo mantener la esperanza y la voluntad en una situación tan extrema? Ana Matán nos cuenta la experiencia de Bosco Gutiérrez Cortina, un arquitecto mexicano que fue secuestrado y logró salir adelante gracias a su fe, su inteligencia y su creatividad.

CulturizArte 03 de febrero de 2022 Ana Matán
Bosco Gutiérrez Cortina
Bosco Gutiérrez Cortina

Arquitecto y padre de nueve es secuestrado. Su testimonio lleno de fortaleza, resiliencia y fe le ayuda a resistir esos casi 9 meses en un pequeño espacio de apenas 3m2, su misión: “estar perfecto”.

Han pasado ya más de 31 años de lo que para muchos podría parecer el episodio más terrible de sus vidas, pero en esta pandemia ha venido a ser un ejemplo de fortaleza y esperanza para todos.

Bosco Gutiérrez Cortina fue secuestrado la mañana del 29 de agosto de 1990 al salir de misa y después de haber rezado ante la imagen de la Virgen de Guadalupe. Dejó a Gaby, su esposa, sola con sus nueve hijos.

El arquitecto fue llevado con violencia y desnudo a lo que sería su espacio, un área de 3.00m x 1.00m. Al llegar ya no volvería a ver ningún rostro ni a escuchar otra voz además de la que él emitía.

La adaptación a su nueva realidad no fue sencilla. Durante los primeros días, de los 257 que estuvo encerrado, atravesó una depresión muy fuerte, principalmente por un interrogatorio de aspectos muy personales de su familia, las cuales contestó y lo hicieron sentir como un completo traidor. Luego de este lapso tan duro, se fue dando cuenta que a final de cuentas la información que proporcionó fueron datos que los mismos secuestradores pudieron haber obtenido al indagar un poco.

Bosco en los días de depresión
Bosco en los días de depresión. Imágen de la película: Espacio Interior.

Para septiembre llegó un regalo totalmente inesperado. La independencia de México fue el motivo ideal, pues esos inquilinos le ofrecieron una bebida para celebrar y aunque Bosco pensó sería una burla de parte de sus secuestradores, se sorprendió mucho al recibir el whisky tan anhelado. Cuando se lo dieron comprendió que aunque estaba atravesando una situación bastante complicada, eso era algo que no podía ofrecer ni cambiar, así que decidió sacrificar lo único que podía y luego de pasarse el helado vaso jaibolero por las mejillas lo vació en el sanitario. En ese momento este hombre, corredor de más de 10 maratones, se dio cuenta de que a pesar de estar privado de su libertad, podía seguir decidiendo. Eso lo llenó de motivación, así que poco a poco esa área tan pequeña la fue convirtiendo en habitación, estudio, gimnasio, oratorio y pista de atletismo.

El “TKT” le entrega la bebida
El “TKT” le entrega la bebida

No tuvo contacto con nadie durante los casi nueve meses que estuvo encerrado, incluida su familia, pero se las ingenió para darse ánimos a sí mismo. “¡Quiero una carta de mi familia!” les dijo a sus secuestradores sin obtener respuesta. Redactó una carta con un mensaje que le escribiría a su hermano como si el hermano estuviera secuestrado. Al terminar la misiva la dejó por debajo de la puerta, un rato de pausa y las lágrimas no tardaron en llegar al leerla, aunque Bosco era consciente de que él mismo la había escrito.

Con la certeza de que él era “el objeto de la preocupación de todos” y de que “toda su familia estaba secuestrada”, tenía la firme determinación de “estar perfecto” y para lograrlo estaba convencido de que debía concentrarse en tres aspectos fundamentales: salud mental, estabilidad física (alimentación y ejercicio) y hacer algo. De esto último Bosco expresaba que “el activo más importante que tenemos es el tiempo” y por eso asegura que es de los espacios de mayor productividad que ha tenido en su vida.

El apasionado por los vinos y los caballos, expresa como la Navidad de su secuestro ha sido la mejor que ha vivido, pues ha podido hacer patente el propósito de su existencia. Esto lo logró confirmar luego de soñar, a los doce años, que estaba en el infierno junto a otro hombre que le decía: “Yo estoy en el infierno porque me lo merezco.

Tú estás en el infierno por no ayudar a nadie. No estaríamos aquí si tú me hubieras ayudado y si yo con tu ayuda me hubiera convertido”.

Ese mismo sueño lo recordó en Navidad, así que le dijo a “TKT” (uno de sus secuestradores), que quería rezar con ellos en la noche buena, y así fue. Sabía que no podía desperdiciar esa oportunidad para hacer apostolado. Y con los libros de San Josemaría Escrivá y la Biblia que le habían proporcionado rezaron juntos un momento. 

Desde esa plática y reflexión navideña con esos blancos encapuchados las cosas mejoraron. Ya no estaba completamente desnudo, le prestaron unas chanclas y un reloj, mismo que le fue de gran ayuda debido a que ya no medía el tiempo con los cassettes de música que ponían afuera del cuartito.

Aunque es un tipo muy inteligente, su escape no fue del todo planeado. Había hecho un artefacto con un alambre por si se ofrecía y cuando menos pensó ya estaba brincando por la ventana. La buena condición que había conservado esos días le ayudaron a huir y salir bien librado de una de las experiencias que más lo ha marcado.

En sus diferentes pláticas, Bosco comparte cómo su espacio interior nunca pudo ser invadido. Eso lo mantuvo en la lucha por mantenerse bien aunque tenía presente que siempre estuvo en peligro de muerte. 

La relación con su familia fue cada vez mejor, sobre todo con su padre con quien hasta entonces no había tenido mucho contacto ni charlas como las tuvo hasta antes de su partida al cielo. Su madre falleció tres años antes del secuestro, pero así como ella, el arquitecto vivió su espiritualidad intensamente, lo cual le ayudó a afrontar esta situación tan complicada. Solía decir que su mamá era el timón del barco y su papá el motor.

El fundador de la firma Bosco Arquitectos y amante de las obras del arquitecto mexicano Luis Barragán, está convencido de que un alto cada día para la oración y la reflexión es fundamental para nuestra realización. Gutiérrez Cortina afirma con elocuencia: “Un cristiano es como una moneda de dos caras: santidad y apostolado. No hay santos egoístas”. 

Si quieres conocer más de esta cruda experiencia de Bosco Gutiérrez Cortina no dudes en leer “257 días” de José Pedro Manglano.

Que el testimonio de Bosco nos impulse a aprovechar el tiempo en aspectos que le darán sentido y valor real a nuestra vida y a esmerarnos en “estar perfectos” para el servicio a los demás y para Dios. Recordemos: “estamos de paso, estamos en deuda”.

Tengamos en cuenta que una de las grandes riquezas que tenemos está en nuestro espacio interior y desde ahí emerge una extraordinaria fuerza, amor y resiliencia como jamás hayamos imaginado.

Fuentes de consulta:

https://www.youtube.com/watch?v=4ZmY1sF_mjQ
https://open.spotify.com/episode/6Rwu9jzDhzMeI2QVZz5zF6
https://www.instagram.com/p/CARhRfBH_Cm/
Película Espacio Interior de Kai Parlange con Kuno Becker y Ana Serradilla

Fotografía - Ana Matán - Ana MatánAna Matán

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