El otoño trae consigo una atmósfera melancólica y gris, que se refleja en la ciudad y en el ánimo de la poeta. Sofía Álvarez nos ofrece en su poema “Vapores de otoño” una mirada íntima y sensible a la estación de las hojas caídas, donde el café se convierte en un símbolo de consuelo y esperanza.
CulturizArte 22 de marzo de 2022 Sofía Álvarez
Son las tres de la tarde
a la ciudad la cubre
una especie de rocío
oscuro
como hollín
se dejó caer del cielo
de pronto
como la oscuridad
que deja una nube gorda
al pasar.
Los edificios se han puesto serios
las ventanas asoman soledades
con sus muecas
enmarañándose por las paredes
de los viejos zaguanes repintados de verde.
El árbol junto a mi ventana
se crispa
en un campaneo
casi con rabia
mece sus hojas
que el sol
en cierto ángulo
hace arder
sus fulgores danzantes se incrustan
en la pared blanca y triste
de la estancia.
No suelo tomar café
pero arrastrar con la cuchara esa mezcla terracota
que pinta el agua humeante
parece animarme
como el aceite
a los muebles
resecos
a los que
como a todo
les caerá el rocío
negro
pesado
que cubre las casas de los viejos
que beben café
para olvidar sus tardes muertas.
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