La avaricia es uno de los pecados capitales que más daño hace a la sociedad y a nosotros mismos. En este artículo, Ana Matán nos recomienda ver un cortometraje que nos ilustra cómo la codicia puede llevarnos a la perdición y nos propone un ejercicio de conciencia sobre lo que realmente importa en la vida.
CulturizArte 03 de julio de 2022 Ana Matán
¿Te gusta el mundo en el que vivimos? este que le estamos dejando a las próximas generaciones.
Quizá para algunos todo es miel sobre hojuelas (porque puede ser que tengan otros datos), tal vez para otros las cosas no pintan tan bien, y no solo en términos económicos sino políticos, sociales, ecológicos, laborales, familiares e incluso personales.
Los medios de comunicación se encargan de bombardearnos de información, a veces innecesaria, pero que al final de cuentas (cortinas de humo o no) revelan cómo se encuentra la sociedad en términos generales. Y es que la raíz de muchos, si no es que de todos los males que aquejan a la sociedad está íntimamente ligada a la envidia y a la soberbia.
Hace poco me compartieron un cortometraje producido en el 2008. Tiene una duración de 2:43 minutos y a pesar de no tener diálogos, contiene un aleccionador mensaje debido a su inesperado final. Esta producción cinematográfica británica que lleva por nombre “Black Hole” aborda la codicia humana. Un joven que en su soledad con la copiadora descubre algo que lo llevará a tomar decisiones que no tengan marcha atrás. Te invito a que veas este filme que ha sido galardonado por diversos premios internacionales, entre ellos el “Best Filminute”
Así que lejos de actuar movidos por la envidia o cualquier otro interés torcido (aquí vale la pena señalar y recordar que “el fin no justifica los medios), nuestra acción ha de estar animada por máximas como: “trata a los demás como quieras que te traten” o “no hagas lo que no quieras que te hagan”.
Que nuestra vida tenga por directrices valores como el amor, el perdón, la paz, la verdad y la justicia. Que se consuma en el cumplimiento de nuestros sueños, metas e ideales trascendentes pero siempre en la integridad, es decir, haciendo lo correcto aunque nadie nos esté viendo.
Columna Horizonte de Ana Matán para PoliticArte
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