CATARSIS: cómo el autoconocimiento nos ayuda a convivir mejor

“Me doy cuenta de que, si fuera estable, prudente y estático, viviría en la muerte. Por consiguiente, acepto la confusión, la incertidumbre, el miedo y los altibajos emocionales, porque ese es el precio que estoy dispuesto a pagar por una vida fluida, perpleja y excitante”

-        Carl Rogers

Como sociedad cada vez avanzamos más en el aspecto introspectivo y lo hacemos con valor. Hemos comenzado a cuestionarnos en muchos sentidos y contextos que antes no parecían relevantes para nuestros abuelos o incluso para nuestros padres. Temas que antes no figuraban, no se hablaban o siquiera ocupaban un espacio en nuestra mente, hoy bombardean nuestra realidad. El autoconocimiento se ha centrado en las prioridades de todos nosotros como nunca antes.

Y parte de este autoconocimiento implica la aceptación de las subidas y bajadas de las que todos somos objeto, pero más allá de ello la comprensión de esos estados temporales de cambios anímicos. El proceso puede parecer difícil, al igual que el aprender sobre el manejo y respuesta que tenemos ante estas situaciones, sin embargo, es necesario y no solo para el bienestar propio sino también para el colectivo.

Pudiese afirmar que al abrazar todo lo que conlleva el autoconocimiento hemos dado en el clavo de uno de los componentes vitales para la redirección de la convivencia armónica. Ya que nos hemos adentrado en un mundo vasto y complejo que antes solía evadirse y reducirse a hipótesis simples. Por lo que considero esto un logro social muy importante, puesto que es el origen, el nudo y el desenlace de muchas situaciones críticas.

Hemos apostado por emprender la tarea difícil de comprender como todo lo que influye en nosotros nos posibilita o imposibilita para interactuar en sociedad. Y no solo eso, sino que a partir de este ejercicio autónomo comenzamos a aprender como cambiar nuestra situación personal, lo que propicia un efecto domino. En este punto quizá es válido preguntar ¿Cómo es que puede afectar a los otros?

Esto se puede explicar a partir del reflejo de nosotros en los demás, ya que, al interactuar con otros, siempre estamos aprendiendo de nosotros mismos, aunque esto resulte confuso al principio. Cuando convivimos con los demás, nuestras respuestas a las acciones, palabras o actitudes de los otros nos ayudan a conocernos y a su vez este entendimiento nos lleva a la empatía.

De manera que entendemos que, si nuestro actuar responde a emociones o situaciones específicas personales, a veces visibles a los demás y otras veces no, el actuar de los otros lógicamente también, por lo que nos situamos desde una perspectiva más neutral y comprensiva, lo que nos permite ser más asertivos al comunicarnos e incluso al solucionar desacuerdos.

Así mismo es importante señalar que todos buscamos bienestar y es claro que al ver que otras personas lo obtienen, nuestra curiosidad nos impulsara a querer saber cómo es que lo lograron, es entonces cuando buscamos seguir el mismo camino o proceso, por lo que lógicamente imitaremos las conductas y hábitos de estas personas.

Y esto resulta más efectivo que cualquier publicidad sobre salud mental, debido a que las personas creemos más en los testimonios que en los argumentos. Y que mejor testimonio que el ver a una persona mejorando su vida a través del dominio sobre sí mismo, sus emociones y por lógica su forma de sobrellevar sus momentos malos y disfrutar de los buenos, sacando el mejor provecho de ambos.

Coraima Leura

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