Por @LucyPerezMx

No es una, ni dos, ni tres, son decenas de personas que desesperadamente claman ayuda a algún alma caritativa que se apiade de su terrible dolor, madres que recuerdan la manera en que vestía por última vez una hija, un hijo, un hermano, el padre o la madre, los esposos, niñas y niños por igual y de repente esa sensación de felicidad y calma en mi nublada mañana de domingo se torna en una sensación de dolor e impotencia. 

¿Qué está pasando con nuestra humanidad?, en qué momento permitimos que el don más preciado que poseemos, la vida, se convierta en una moneda de cambio y quien sabe para qué fines, ¿Cómo puede un ser querido simplemente desaparecer de un momento a otro y no quedar rastro de su partida? En verdad mi corazón se estruja, ¿Cuándo paso?, ¿Cómo hemos permitido que nuestras ciudades se conviertan en una jungla en la cual debemos estar permanentemente alertas, y lo peor cuidándonos de unos y otros?

Es lamentable darnos cuenta día a día que las cifras crecen como otra pandemia que aterroriza a nuestras familias para la cual no existen presupuestos, acciones emergentes, vacunas y mucho menos botones de emergencia, ¿Qué tiene que suceder para que se tomen acciones eficaces y ejemplares contra quienes cometen este tipo de delitos?

Protocolos de cuidado para nuestras hijas e hijos, medidas de prevención cada vez que salimos por cerca que sea el lugar a donde vamos, marchas y un sinfín de manifestaciones en las que las madres claman justicia, sabiendo que ni las ven ni las escuchan y que si acaso se encuentran de frente a algún actor público solo intentaran brindar paliativos mediáticos que jamás les devolverán la paz, la tranquilidad y mucho menos a su ser querido. 

Hoy desde este espacio va mi solidaridad para todas las madres que descorazonadas ven pasar los días haciéndose historias en la mente tratando de encontrar la verdad, quienes organizan colectivos y se despiertan cada día buscando incluso con pico y pala a sus familiares desaparecidos. 

El Estado tiene una gran deuda con ellas y con todos los mexicanos, este no debe ser un tema más que atender, es el tema a resolver de fondo, actuar de manera contundente y hacer frente como esa otra pandemia que asecha despiadadamente nuestra tranquilidad. Desde la sociedad no nos queda más que organizarnos. Encontrar la manera de mantenernos alertas en los trayectos de nuestra familia, establecer mecanismos, redes de cuidado entre vecinos y seguir clamando justicia para todas las madres de familia para quienes la vida jamás será igual después de haber pasado por la desaparición de un ser querido.

¡Justicia para las madres de las personas desaparecidas!